Conserva el color, aroma, vitaminas y todas las propiedades del fruto de la aceituna
El aceite de oliva es el componente base de la dieta más sana y equilibrada. Se recomienda un consumo al día de 40 ml. (2 cucharadas soperas).
Es un graso mono insaturado (conocido como omega 9). Es el más saludable de los que existen.
Por su alto contenido en ácido oleico, vitaminas y polifenoles actúa contra el envejecimiento.
Aumenta los niveles de HDL (Colesterol bueno), que ejerce un papel protector, transportando el colesterol malo (LDL) al hígado para su eliminación.
50 g aceite de oliva extra virgen equivale a una décima parte de una dosis de ibuprofeno.
Mejora las funciones metabólicas.
Es la grasa más estable por su alto contenido de ácido oleico. Es más estable que los aceites de semillas y las grasas de origen natural.
Disminuye los niveles de colesterol LDL y ayuda a su eliminación en el hígado.
Mejora el funcionamiento del estómago y páncreas. Evita la acidez gástrica y favorece el tránsito intestinal.
Por su contenido en vitamina E y antioxidantes, ayuda a nutrir, hidratar y revitalizar la piel.
Es rico en vitaminas A, D, E y K. Favorece la absorción de Calcio, Fosforo, Magnesio y Zinc. Estimula el crecimiento.
Es el más sabroso y aromático de los aceites. Se necesita solo una cantidad mínima para aderezar y/o cocinar.
Es excelente para los diabéticos, ya que reduce los niveles de glucosa en la sangre.
Su composición en ácidos grasos es similar a los de la leche materna. Por lo que los niños pueden consumirlo desde muy pequeños.
Previene la aparición de ciertos tipos de cáncer, como el de colon, mamas y piel.